martes, 25 de septiembre de 2012

En noches putas.


Hoy, bueno; ayer. La noche de ayer; exactamente. Ha sido una de esas en las que no puedes dormir y te cagas en todo porque estás en tus últimos días de poder levantarte a la hora que quieras, sin pensar en el día de mañana o las mil cosas que se te vienen encima. De esas de dejar la mente en blanco y en las que no te escuchas ni a ti mismo, sólo a la música o al silencio.
El caso es que yo; no podía dormir. Escuchaba 20 cosas a la vez, mi cabeza no se callaba hablando de mil temas distintos, la muy perra. La música que parecía no enmudecer mis pensamientos, los vecinos que parece a veces que se hayan tragado un altavoz y los ruidos que trae consigo una ciudad.
O se callaban o explotaba. Y como no, no se callaron. Así que; yo que cuando quiero suelo ser bastante decente y fina, exploté. Pero exploté en un folio; folio en sucio, borrador, papel en blanco en el que cuando te caes de sueño pero no puedes dormir apuntas las cosas como un borracho o drogadicto. Ese papel que al día siguiente lo ves arrugado al lado tuyo, te paras a leerlo y no te acuerdas de la mitad.
Y de ahí todo esto. Reflexiones mañaneras de una recién levantada, sola en casa.
Me dí cuenta de que apunté todo como una especie de lista de la compra. Cosa que menos mal, porque... con que mierda de letra lo escribí.

Leyendo cada una de las cosas de "mi lista", me fuí dando cuenta de como cambías y cambían las cosas en tan sólo dos años, en como hay X situaciones que te hacen madurar de golpe más de lo que quizás te toca, en como pensabas algunas cosas en ese tiempo y en la idea tan distinta que tienes ahora. En las personas con las que te llevabas tan mal y discutías día sí y día también y ahora... son las que más necesitas y a la inversa; esas con las que todo eran tan bonito, bueno y maravilloso, siendo ahora una panda de interesados, de estos que te dan ganas de darles con la mano abierta.
La verdad es que, a mí con 16 años, se me podía tomar el pelo de manera fácil ( en según que cosas, claro, pero en la gran mayoría), a día de hoy; con 18 ya no tanto. Ni la mitad de fácil. La palabra inocencia, según pasan los años; la vamos aplicando de manera distinta, por las personas con las que te vas cruzando según vas creciendo. Ésta, cuando eres niño, es preciosa. Cuando te vas haciendo más mayor... ya la cosa cambia y más hoy en día que las niñas pierden las bragas poco después que el chupete y los niños igual.
Ahora hay que ir aplicándola a cuando nadie te deja de acusar, por sus mierdas cuando tú no has hecho nada. Te salvas tu culo tú o aquí todo el mundo te llena de su mierda. Es triste, pero es así.
Yo fuí de esas, de las que con 16 se creía que se iba a comer el mundo, era muy a lo cuento de Disney. Hasta que me comieron y me comí. Ahí fue cuando cambié el chip en muchísimos aspectos. Siguieron pasando varias cosas de estas que te hacen replantearte el que estás haciendo con tu vida y lo vuelves a cambiar.
La verdad es que no sé donde estaré con 25 años; ni siquiera lo sé cuando tenga 20, ni con quién, ni si trabajaré de auxiliar en un hospital, me habré montado una pastelería o un restaurante a medias con otro colega o si estaré diseñando coches.
No sé si habré encontrado a esa persona con la que compartir la vida o si seguiré sola. Ni tampoco sé si estaré aquí, en Barcelona, Alicante o en la otra punta del mundo. ¿Quién sabe todo eso?
Lo que sí sé, es que la que nunca me ha fallado cuando yo pensaba que sí, era mi madre. Que ella ha sido y será siempre, mi chubasquero en los días de tormenta, mi mejor amiga en lo bueno y en lo malo y esa mano que no me dejará caer y si lo hago; en cero coma estará ahí para levantarme. Que amigos de verdad, uno o dos.
Que hay que aprender con quién se puede tener inociencia y hacerse el tonto y con quién tener las cosas bien puestas.
Que primero has de quererte a ti, antes que a los demás y no darlo todo por alguien; siempre guardarte un poco. Y también que a veces lo que se quiere no es lo que merecemos, o nos toca; tanto para bien, como para mal.
Aún así te explotaran errores en la cara y te harás heridas, te la pegarás y te cagarás en ti mismo por hacer esto y no lo otro. Pero serás consciente de ello.
Con esto no quiero decir que se tenga que vivir pensando todo y nada de dejarse llevar, pero si sacar "pautas", para ahorrarse algún que otro disgusto por incontable vez. Supongo, que cada uno sabe  hasta donde se puede llegar y las cosas que se pueden hacer con cada persona y hasta donde puedes y debes llegar tú. Los mayores límites y barreras; son los que se pone uno mismo.

Yo creo, que hay que vivir las cosas según vengan, intentando exprimir las cosas buenas lo máximo posible, aceptar los errores y tirar para adelante. Eso sí, con dos dedos de frente.



                                                                                                                      Belén.

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